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La Mañana

De placeres y fantasías

Pablo Montanaro.

Nuevas sensaciones es lo que buscan, me dice el encargado de un sex shop después de venderle un anillo vibrador a un cliente. Le explicó que es uno de los juguetes sexuales que, además de incrementar el placer, le hará mantener una erección más firme y duradera. Lo escucho como si estuviera frente a un sexólogo triple XXX.
Los sex shops, antes destinos vergonzantes y ocultos en los fondos de una galería, hoy exhiben sus perfeccionadas creaciones sin pudor alguno.
En estos últimos años, acaso impulsados por la lectura del best-seller erótico Cincuenta sombras de Grey y con el objetivo de salir de la rutina, de la monotonía y dar rienda suelta a la fantasía, cada vez más parejas neuquinas se han volcado a incorporar juguetes sexuales y cosméticos eróticos en sus encuentros entre sábanas, de acuerdo con lo que dicen los encargados de los sex shops de la ciudad.
Estos juguetes y accesorios sexuales no son un boom del siglo XXI, sino que tienen más de 2000 años de historia: los dildos o consoladores se han utilizado en casi todas las culturas de la Antigüedad.
Los especialistas aseguran que cuanto más juego previo en la cama, mejor; porque se trata de aumentar las sensaciones corporales. Incorporar juguetes, comentan, es agregar picardía, creatividad y ganas de divertirse entre dos (o más). Es que se trata de potenciar el deseo, de reencontrarse con el placer, el propio y el ajeno.
Más allá del rol que cumplen, lo importante es la relación con el otro porque los juguetes sexuales no son un reemplazo del otro. “Si no hay deseo, no hay juguete que lo arregle”, afirma con ironía el sexólogo triple XXX.

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