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La Mañana

“Me quiero meter debajo de la tierra cuando hago un chiste y nadie se ríe”

La actriz, estandapera y conductora de radio dice que el humor se aprende y habla de su incorporación al programa de Jorge Lanata: “Afuera del aire ni loca le digo las barbaridades que le digo en cámara, porque me mataría con razón”.

PAULA BISTAGNINO
ESPECIAL

Malena Guinzburg (36) lleva el sentido del humor en la sangre, el apellido y la vida cotidiana. “No sé si elegí el humor o era lo único que podía hacer. No me quedó otra. De hecho, me parece que si yo intento ser actriz dramática, causo gracia. Me gustaba actuar y se me iba siempre para el lado del humor aunque no quisiera”, dice la heredera de uno de los conductores más populares y recordados de la televisión argentina, Jorge Guinzburg. Guionista, productora y “estandapera”, conduce  junto a Ronnie Arias en La 100 y protagoniza la obra (+) Canchero. “Soy la única mujer del grupo pero no hago bien de mujer, digamos. Soy varonera, siempre lo fui, y no tengo los típicos problemas y temas de las minitas”.
El tema de la obra es una mirada irónica sobre la “modernidad palermitana”: vegetarianos, ecologistas, hedonistas, padres progres. “Esa clase de gente que se ve mucho en Buenos Aires, pero que ya esté en todo el país... Capaz en los pueblos todavía no tanto, pero a las ciudades ya llegaron”, dice la actriz, que acaba de debutar además en Periodismo para todos, el programa de Jorge Lanata.

Hay oficios que se aprenden y hay otros para los que se necesita talento. ¿Cómo es en el  caso del humor?
Creo que sí, que se aprende como muchas otras cosas en la vida en como uno se crió. Como si te enseñaran a tomarte la vida de una manera. Es una actitud y un ejercicio. De todas maneras, hay personas que tienen naturalmente gracia y otras no. Yo, y esto podría decirlo en tetas en una revista por ejemplo, yo creo que el sentido del humor es siempre lo más importante. Aunque uno después no lo use como vocación o profesión.
¿Cómo fue criarse con Jorge Guinzburg?
Genial en todo sentido. Respecto del humor, él era igual en casa que como se veía en la tele. No es que hacía un personaje. Que podía estar serio y podía estar cagándose de risa. Era muy gracioso pero también tenía sus berrinches, como todos.
¿Qué hay que tener para ser un buen humorista?
Lo último que hay que tener es soberbia. Si uno no se sabe reír de sí mismo, no puede reírse de los demás. Hay mucha susceptibilidad con el chiste y por eso la regla es reírse primero de uno. Y yo soy especialista en eso porque tengo todos los problemas para hacer chistes infinitos sobre mí.
¿Cuáles son los límites para hacer humor?
No hay un tema prohibido si el chiste es bueno. Creo que un chiste dicho con timming y logrado no cae mal ni en las peores situaciones. Pero el tema ahí también es dónde se dice: los chistes en situaciones delicadas los dejo para los ámbitos de confianza, pero soy imparable con el humor negro. De la corrección política no se ríe nadie.
¿De qué cosas te reís?
De cualquier cosa. De todo. La verdad es que me río en las situaciones más absurdas y donde se supone que uno no debería reírse. En un velorio, por ejemplo, me he tentado hasta tener que salir. Y me río del absurdo y, sobre todo, de la espontaneidad. El chiste tonto me mata, el doble sentido, las malas palabras bien puestas…  No necesito el chiste elaborado, con la cosa cotidiana me alcanza y jamás podría decir, como le pasa a muchas personas, eso de “uy, cuánto hace que no me reía así”. Por suerte, mi vida no me somete a situaciones en las que tenga que estar muy seria. Seguro me iría muy mal si no…
¿Se prueban los chistes?
Sí, sobre todo cuando hago un monólogo siempre hay un testeo previo con amigos, con gente que entienden lo que hacés, más con colegas que saben lo que es el proceso. Porque, si no, capaz probás cosas que todavía no están terminadas y no se te ríen…
¿Te pasó alguna vez que el  público no se riera?
Me quiero meter debajo de la tierra cuando hago un chiste y nadie se ríe. Sobre todo en el teatro, porque en la radio de última no pasa nada. No se trata solo de la parte en la que ese es tu trabajo. Yo laburo desde el lugar de querer que me quieran, por más que diga cosas fuertes y no siempre las más simpáticas, en el fondo eso es lo que busco. Y en parte hacer humor es querer tener empatía con la gente.
Se te ve muy suelta en el programa de Jorge Lanata…
Me alegro, porque casi nunca sentí tanta presión. Creo que estoy tan jugada que, si me tengo que poner en bolas para que se rían, lo voy a hacer.
¿Cómo se lleva él con tus chistes?
Afuera del aire ni loca le digo las barbaridades que le digo en cámara, porque me mataría, y con toda razón. Pero obviamente está charlado y es parte de hacer humor decirle en cámara lo que quiera... Por suerte.

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