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La Mañana

¿A quién le damos armas?

Guillermo Elía

El incidente que protagonizó el agente Sebastián Riquelme, quien tomó a 15 rehenes en la delegación municipal donde se realizan las licencias de conducir y en la que trabaja su ex pareja (que está embarazada de él), nos obliga a preguntarnos: ¿a quién le estamos dando las armas? En los últimos dos años se han producido una decena de episodios en los que policías no aceptan el rompimiento de una relación y utilizan el arma reglamentaría: algunos han matado y otros se suicidaron. Estos hechos han incluido a jefes con trayectoria en la Fuerza pero que por discreción nunca trascendieron. Tener un arma en la cintura no es broma; hay cuestiones que tienen que ver con el poder y la posibilidad de utilizar esa arma que no son fáciles de comprender para los civiles que no cargan con una las 24 horas. El problema, guste o no, es la carencia de un plan integral de contención de los policías que va más allá de la decisión de una jefatura de turno: tiene que ver con las políticas de fondo que debe tener un Gobierno.

“A los policías les hacen un estudio psicológico antes de ingresar, pero después no les hacen el seguimiento debido ni bien le dan el arma”, criticó un policía de jerarquía. A esto se suma que a los jóvenes que ingresan les hacen una instrucción de cuatro meses, tras los cuales les ponen un arma en la cintura. ¿Qué preparación puede obtener en ese lapso para portar una en una ciudad cada vez más violenta? Sumar gente y dar armas para mostrar una cantidad abultada de policías es tan absurdo como peligroso. Ahora, además poner la cara la Policía y el Gobierno, también tienen que salir a dar explicaciones los legisladores que parecen despreocupados de los quehaceres de la seguridad de esta provincia y todo lo que ello incluye, como el reclutamiento y la profesionalización de los policías.

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