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La Mañana

Burbujas argentinas, cada vez más sofisticadas

El mercado de espumosos crece en oferta y variedad en nuestro país. Ahora trepan incluso hasta los 850 pesos la botella.

JOAQUÍN HIDALGO
ESPECIAL

Buenos Aires
Algo pasa en el mundo de las burbujas. Hasta hace una década había un puñado de marcas que cubrían las necesidades de un mercado que se agotaba en uno o dos segmentos de precio. Hoy, por el contrario, se las puede beber desde unos decorosos 45 pesos hasta unos estratosféricos 850.
El fenómeno es relativamente nuevo, pero se perfilaba hace tan solo tres años cuando comenzó a abrirse una brecha firme y constante entre los extremos. Como un espejo de la sociedad, aparecieron marcas accesibles para disputar un segmento que las sidras descuidaron, mientras que un puñado buscó establecer el límite superior en precio.
Así, con el nuevo lanzamiento de la bodega Rosell Boher, que tendrá lugar esta semana en Buenos Aires, el techo asciende hoy a 850 pesos, de la mano de un nuevo espumoso elaborado con 70 meses de guarda, llamado Grand Cuvée Edición Limitada. En paralelo, otras casas, como Familia Schroeder y Tapiz, dieron saltos cualitativos y de precio importantes: en el primer caso, lanzó este año Familia Schroeder Brut Nature –que asciende a 460 pesos la botella- mientras que en el caso de Tapiz, la bodega de Mendoza apuesta por perforar la barrera de los 300.
Hasta el año pasado ese era el límite superior, con burbujas como Bohéme, Progenie I o Rosell Boher Millesimé 2008, que coqueteaban con superarlo. Y el salto llegó. En esta nueva estratósfera se combina lujo y exclusividad, con estilos de vino más europeos: espumosos secos, de acidez elevada y elaborados con base a Pinot Noir y Chardonnay, con ediciones de pocas botellas. Lo curioso es que ahora compiten en valor con los importados, como Krüg o Veuve Clicquot, por citar dos ejemplos, que arranca en los 650 pesos, por satisfacer una demanda chica pero real.
Esto, en un extremo de precio. ¿Pero qué pasa en el otro?
Burbujas para todos
Según el Observatorio Vitivinícola Argentino, en el período comprendido entre los años 2005 y 2013, el volumen de vino espumante fraccionado y el número de bodegas fraccionadoras creció significativamente, pasando en el primer caso de 22 millones a 43 millones de litros (aumento del 93%) mientras que de las 61 bodegas fraccionadoras de espumantes en 2005, el sector registró en el año 2013, 127 establecimientos. Y ahora, en cualquier góndola nutrida, la oferta de burbujas asciende a 60 productos, mientras se estima que hay cerca de 150 en el mercado.
De ellas, la mayoría se vende en las gamas medias de precio y 7 de cada 10 son Extra Brut, según la misma fuente. Y así como existe una alta gama, en la gama baja se consolidaron marcas clásicas con espumosos nuevos. Es que el fenómeno de consumo de burbujas es, sobre todo en nuestro país, un fenómeno que cruza a todo el espectro del vino. Porque a diferencia de otras naciones productores de vino –como Chile o Australia- la nuestra es además una sólida consumidora de burbujas.
Ahí están marcas como Colón, Gran Los Árboles y Novecento para trazar la cancha de los más accesibles, junto a otras más clásicas como Norton o Federico de Alvear. Vinos que, a precio de hoy, arrancan en los 45 pesos en las grandes cadenas. Son vinos elaborados a base de Chennin, Ugni Blanc y Semillón. ¿Pero además de las variedades, qué distingue a un vino de 850 de uno de 45 pesos?
El método de elaboración es la más objetiva. Mientras que la alta gama está elaborada por el método tradicional de fermentación en botella –conocido como champenoise- la gran mayoría de las burbujas nativas se elaboran por el método Charmat, de fermentación en tanque. Así, la ecuación de método, rendimiento por hectárea y tiempo en la toma de espuma –para los baratos no supera el mes, para los caros parte de 30 meses-, redunda en una diferencia gustativa notable. Mientas que la complejidad y los aromas terciarios –de pan, levadura y frutos secos- son la dominantes en los champenoise, la fruta fresca y la burbuja efervescente son las que mandan en los accesibles.

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