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La Mañana

La tan leal familia policial

Pancho Casado

El jefe de la Policía, Raúl Laserna, firmó la resolución del Tribunal de Honor de la Jefatura de la fuerza que realizó el juicio interno a los efectivos que participaron de la rebelión en la Comisaría Tercera. El suboficial Aldo Mellado, quien el martes pasado amenazó con suicidarse frente al monumento a San Martín, fue cesanteado y no exonerado como había pedido el fiscal policial en el juicio.
Más allá de esta determinación, vale preguntarse si la fuerza de la familia, como la fuerza de un ejército, está en la lealtad del uno al otro. El ingreso a la Policía con la idea de pertenecer a una hermandad es cierto, y está en la cabeza del que confía que quien está a su lado, “su” hermano, “su” familia, lo defiende y protege.  Lo primero que se exige a un integrante de la hermandad policial es que tenga espíritu de cuerpo, que siga los lineamientos de la hermandad, que obedezca sin mirar quién da la orden, todo lo cual se resume en una sola palabra: lealtad.
Quien hace las veces de gran maestre, de acuerdo con lo que dicen los subordinados, no tiene lealtad, aseguran que su accionar se alejó definitivamente de todo lo que les exige a sus comandados, está resolviendo según las presiones que recibe y está siendo injusto con quienes comanda y consigo mismo.
Vale recordar que el actual jefe de Policía fue separado de la fuerza en el año 84, en un reclamo relacionado con la sindicalización, y vuelto a funciones durante uno de los mandatos del gobernador Jorge Sobisch. Por eso dicen “adentro” que quien es injusto no es leal. Los altos valores que deben investir a un comandante son la justicia, la lealtad, la honestidad, y quien olvida de dónde viene difícilmente sepa adónde va.

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