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El 15% de los niños padece dislexia

La dislexia está considerada la primera causa de fracaso escolar, y es la principal alteración de las llamadas "Dificultades Específicas del Aprendizaje" (DEAS).

Buenos Aires.- La dislexia es el trastorno más frecuente de las Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA), que se relaciona con motivos genéticos y neurobiológicos y afecta la comprensión de la lectura y la padece alrededor del 15 por ciento de los niños, quienes ven afectada su autoestima al no ser comprendidos ni por sus familias ni por su entorno escolar.

Si el niño presenta por ejemplo algunas dificultades para recitar el alfabeto, denominar letras, realizar rimas simples o para analizar o clasificar los sonidos, y al leer realiza omisiones, sustituciones, distorsiones, inversiones o adicciones, lentitud, vacilaciones, problemas de seguimiento visual y déficit de comprensión, es probable que se trate de un cuadro de dislexia.

Este trastorno está caracterizado por la falta de capacidad del niño para decodificar el sonido de las letras, y que trae aparejada una afectación en la lectura y muchas veces también en la escritura.

La dislexia está considerada la primera causa de fracaso escolar, y es la principal alteración de las llamadas ‘Dificultades Específicas del Aprendizaje’ (DEAS), un grupo de situaciones que afectan al 15 por ciento de los niños.

Un papá con dislexia tiene 8 veces más chances de tener un hijo disléxico y un recién nacido con un hermano con dislexia posee un 40 por ciento más de posibilidades de padecer esta afección.

Es un trastorno neurobiológico de origen genético, en el se encuentra alterada la migración neuronal, por lo que el niño presenta una falta de capacidad para decodificar el sonido de las letras, lo que afecta su desempeño en la lectura y la escritura.

Además suelen presentar problemas de comprensión, de memoria en el corto plazo y confusión entre la derecha y la izquierda, entre otras condiciones.

Sin embargo, son niños muy inteligentes y creativos y si encuentran un marco de enseñanza acorde a sus posibilidades, pueden alcanzar un desarrollo intelectual similar al de los restantes chicos.

Algunas personalidades destacadas de la historia de la humanidad padecieron dislexia, como por ejemplo Albert Einstein, Thomas Edison, Winston Churchill, Walt Disney, Steve Jobs, Bill Gates, entre muchos otros.

Estela Picca, presidenta de la Asociación Dislexia y Familia (DISFAM) Argentina, destacó la importancia de que se reconozca a este trastorno como una dificultad del aprendizaje y el sistema educativo tome las medidas necesarias para contener a estos niños y ofrecerles esquemas distintos de enseñanza, de manera de que puedan aprender sin frustrarse.

En ese sentido, el pediatra Gustavo Abichacra, miembro del Comité Científico de DISFAM Argentina, y Jefe de Pediatría del Sanatorio Las Lomas, San Isidro, explicó que "el gran problema es que el sistema educativo no está preparado para detectar ni para adaptarse a las necesidades de aprendizaje de los chiquitos con dislexia".

"Debemos tener en cuenta que en promedio hay entre 1 y 2 chicos por aula con esta alteración. Ante un niño con dificultades se piensa que es un problema psicológico vinculado a su grupo familiar, un divorcio de los padres, etc., y se demora el verdadero diagnóstico, y lo que realmente puede generar un problema psicológico es si no lo ayudamos a tener éxito en el aprendizaje", manifestó Abichacra.

En este contexto, el miércoles último, el gobierno bonaerense presentó una resolución para fomentar la detección temprana de la dislexia y para que las escuelas se adapten a las necesidades de los chicos que tienen esta dificultad.

María Julia Ramírez, psicopedagoga especializada en Neurocognición y miembro del Comité Científico de DISFAM, remarcó que "los papás y los docentes tienen que entender lo que está pasando con el niño y no tildarlo de vago, haragán, etc." cuando en realidad es que "el problema es que el trastorno no surge a simple vista y entonces se suele cargar las tintas en la familia, la escuela o en la propia voluntad del chico, y nada más desacertado".

"En general esta alteración se caracteriza por disminuir la facilidad para reconocer el sonido de las letras dentro de la palabra. Falta la habilidad para lograr precisión y velocidad en la lectura y la escritura", precisó Isabel Galli de Pampliega, doctora en Fonoaudiología y Asesora de Padres con niños con Dificultades Específicas del Aprendizaje.

Al respecto, Abichacra remarcó que "en estos chiquitos no está automatizada la lectura y generalmente tampoco la escritura, lo que hace que se deba trabajar en reeducarlos en la ‘conciencia fonológica’, y el tratamiento fundamentalmente consiste en focalizarse en el aspecto oral, y respecto de los textos en general es recomendable utilizar palabras más grandes y más espaciadas, asegurándonos que hayan entendido las consignas".

Picca puso de relieve que desde DISFAM se presentó "un proyecto de ley que contempla una serie de medidas para que los establecimientos educativos provean al niño de las herramientas y los esquemas de aprendizaje necesarios para transitar con éxito este proceso".

Sobre la detección de estos pacientes, "generalmente se produce entre los 4 y 5 años de edad; los primeros en sospechar el cuadro suelen ser los padres, los docentes y el pediatra, y luego el diagnóstico es confirmado por fonoaudiólogos o psicopedagogos formados en esta disciplina", refirió Galli de Pampliega, quien también pertenece al Comité Científico de DISFAM.

Para la confirmación del diagnóstico, los profesionales se valen de distintos test de palabras, sonidos e inteligencia, que consisten en conocer la cantidad de vocabulario que maneja el niño, su capacidad para recordar las palabras, ver qué letras confunde y cuánto tiempo demora en la comprensión de la lectura.

"Pese a que la certificación de la dislexia recién se constata a los 8 años de edad, es posible hacer un pre-diagnóstico anticipado y comenzar a trabajar en una adaptación de formas y acceso del niño al conocimiento. Para ello se aconseja ante todo comprender y querer al niño, entender que va a aprender de una manera diferente, informarse de lo que sucede con este niño, y tener en cuenta algunas recomendaciones para no dañar su autoestima, como por ejemplo no evaluarlo con lectura oral delante del grupo, no remarcarle los errores de ortografía ni la desprolijidad en la escritura, y en lo posible que dé las pruebas en forma oral", insistió Ramírez.

Abichacra a su vez señaló que "si bien las personas con dislexia convivirán con este trastorno durante toda su vida, un aprendizaje adaptado a sus aptitudes no les debería restar ninguna de sus potencialidades".

Sin embargo, advirtió, el gran problema "es la afectación de la autoestima de estos chiquitos, no comprendidos ni por sus familias ni por su entorno escolar".

"Por definición, los chicos siempre tienen que tener éxito para querer aprender; en la dislexia, si uno los aleja de la posibilidad de éxito al utilizar herramientas que no le son familiares, el niño no se motiva, se encierra en sí mismo y pierde el interés por el aprendizaje", remarcó Galli de Pampliega. (NA)

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