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La Mañana

“El machismo y la violencia de género no diferencian clases sociales ni edad”

Fabiana Túñez, revela que cada 35 horas muere una mujer en el país, y denuncia las fallas de la justicia.

Por PAULA BISTAGNINO

Una mujer asesinada cada 35 horas. Esa es la cifra que arroja la única estadística que se ha hecho en la Argentina en los últimos años sobre homicidios cometidos por varones contra niñas, adolescentes, jóvenes y adultas por su condición de género. Según esta tipificación -que define cuándo un crimen constituye un femicidio y que recién se incorporó al Código Penal de la Argentina en 2012- en los últimos 5 años han muerto de esta manera y por estas razones 1223 mujeres en todo el país. La cifra fue presentada por la ONG La Casa del Encuentro a través de su Observatorio de Femicidios Adriana Marisel Zambrano, y fue hecha sobre la base de los casos aparecidos en los medios de comunicación entre 2008 y 2012. “Por lo que obviamente estamos hablando de un número que en la realidad es más elevado, porque todos sabemos muy bien que no todos los crímenes se publican en los medios. Con lo cual lo que tenemos en nuestros informes es un piso desde el cual hablar”, dice Fabiana Túñez, coordinadora de la ONG, cuya investigación “Por ellas... 5 años de informes de femicidios” fue presentada esta semana, en coincidencia con el doble femicidio ocurrido en la localidad bonaerense de San Martín, en el que murieron una maestra y su hija a manos de la ex pareja de la mujer, que llevaba meses denunciando al hombre.
 
A los 1223 femicidios del informe hay que sumarle los 209 que van desde el 1 de enero al 30 de septiembre de 2013… ¿Va en aumento?
Se ha registrado una no disminución de esta estadística en los últimos 5 años. Es decir: permanece la cifra de las 35 horas anuales promedio, y no baja, de modo que es grave. Podemos incluso confirmar que se ha registrado un aumento desde el  1 de enero al 30 de septiembre de 2013 con respecto al mismo período del año pasado.
 
¿La incorporación de la figura de femicidio y el agravante por violencia de género en el Código Penal va a poder dar una estadística más real a partir de ahora?
Siempre y cuando los jueces apliquen el agravante por violencia de género. Porque la realidad es que aplicar o no el agravante por violencia de género queda a criterio o interpretación del juez; porque, si no, puede aplicar un homicidio simple, un preterintencional o lo que fuera. Obviamente que ahora se les va a complicar más a los jueces mirar para otro lado. Pero tenemos que ver realmente que por lo menos a todas estas causas que están en el informe y que conocemos nosotras muy bien se les aplique esta carátula.

¿En qué medida pueden rastrear una mirada conservadora y machista en la justicia?
La realidad es que la base de la violencia de género tiene que ver con una cuestión cultural, fuertemente marcada por el machismo, que nos atraviesa a mujeres y varones. Y obviamente la justicia en especial es un espacio en el que todavía la lucha contra esta ideología es día a día. Creemos que de a poco y con mucho esfuerzo, con la creación de la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte por ejemplo, con distintas iniciativas que se han tomado en capacitaciones a jueces sobre esta temática, confiamos en que unos años tendremos una justicia no patriarcal.

Una de las cifras del informe señala que el 12,5% de las mujeres asesinadas ya había denunciado al agresor o tenía una medida judicial de exclusión. ¿Dónde está la falla?
Esa es una parte que nos preocupa mucho, porque vemos que se han incrementado los casos de mujeres que, con denuncias previas, igual fueron asesinadas. Y eso es lo que quizá podemos decir que nos marca un incremento de femicidio en lo cualitativo sobre todo: porque esta falla muestra la insuficiente presencia del Estado posterior a que la mujer haga la denuncia, y creemos que esto necesita distintas acciones  para resolverse: por ejemplo, el diseño de un plan nacional de prevención y asistencia, pero que sea de asistencia directa a la víctima. Quienes trabajamos en esta temática sabemos que cuando la mujer hace la denuncia no termina todo, sino que empieza todo. Y ahí el Estado tiene una responsabilidad mucho más activa.

¿Esto desanima a denunciar?
Las denuncias han aumentado. Y eso es muy positivo, porque pone a las mujeres en el lugar de tomar su vida con sus propias manos y decidir poner un corte con el agresor, y eso la fortalece. Pero es verdad que seguramente hay muchas mujeres que no se animan todavía a denunciar, que no pueden afrontar esta decisión por miedo o por desprotección. Por eso es importantísimo y urgente trabajar en este plan de asistencia.

¿Cuáles son las principales razones que detienen a las mujeres a la hora de denunciar? Gran parte de los testimonios tienen que ver con razones económicas o de poca contención del entorno, incluso de cierta naturalización.
Exactamente son esas dos razones las principales, que se reiteran en casi todos los casos: la cuestión económica y la falta de una comprensión y contención social que las pueda albergar al momento de hacer la denuncia. Por eso una de las principales demandas que tenemos es la de una asignación económica temporal para las mujeres de menores recursos, para que puedan empezar a rearmar un proyecto de vida. Porque lamentablemente nos olvidamos de que detrás de cada mujer en situación de violencia hay hijos e hijas que son víctimas colaterales de esa violencia, cuando no son víctimas también, y de los que nadie se hace cargo.
   
¿Cuál es la radiografía del femicidio en el país?
Por una cuestión  demográfica, por supuesto, la mayor cantidad de casos se concentra en la provincia de Buenos Aires. Pero si lo miramos de manera proporcional, vemos que Misiones tiene una cantidad de femicidios muy grande. Igual que Salta. Y en las provincias donde supuestamente no hay femicidios o hay muy pocos, yo eso lo relaciono más con la falta de publicación que con la ausencia; provincias como La Rioja o  San Luis... realmente nos cuesta mucho creer que haya tan pocos femicidios.

Y en cuanto a edades y extracto socioeconómico de las víctimas, ¿hay algún perfil que sobresalga?
Realmente atraviesa clases sociales, niveles educativos y formación cultural: hay femicidios en capitales, en localidades chicas, en zonas rurales. De aquí que creemos que se trata de una ideología y una cultura machista, de una sociedad patriarcal al fin de cuentas.

¿Cuál es el dato que más les llamó la atención del relevamiento?
Creo que dos de los datos más fuertes y que pueden unirse para analizar -porque se refieren a lo mismo, digamos, al vínculo que hay en la mayoría de los casos- son los siguientes: el 58% ocurre en la casa de la víctima o en la casa compartida, y el 63% por la pareja o la ex pareja.
  
Una cifra destacada del informe es que dejaron 1793 hijos e hijas sin madre, el 63% de ellos menores de edad.
Este es un mensaje central que nosotras queremos dar: la cantidad de hijos e hijas que quedan sin madre; y, por ende, sin padre también, porque en general el padre va preso o se suicida y, en el mejor de los casos, esos chicos quedan al cuidado de otros familiares y, en gran parte, bajo la tutela de algún juez o algún hogar de menores porque no hay quien pueda cuidar y sostener a esos chicos. Y esto muestra cómo y cuánto involucra e impacta en toda la sociedad este problema. Y que en ningún caso puede ni debe verse como un problema doméstico que afecta sólo a la mujer que es víctima. Es un tema prioritario en el marco de los Derechos Humanos, y de los derechos de las mujeres, niñas y niños a vivir una vida libre de violencia. Y por lo tanto debe ser parte de la agenda prioritaria de todos los estados, nacional y provinciales.
 
Dicen también que casi el 6% de los agresores pertenecen o pertenecieron a fuerzas de seguridad. Eso tiene una doble lectura: el 94% no lo son. ¿Hay un perfil del agresor?
El tipo de ideología que hace que una persona que está adentro de una fuerza de seguridad tenga determinados factores culturales y, por otro lado, el acceso a mostrar permanentemente su poder a través del arma. Es cierto que la cifra puede no parecer alta, pero voy a contrarrestar esto: esta cifra nosotras la vemos como la punta de un iceberg, también porque tenemos montones de testimonios y consultas de mujeres que manifiestan el miedo y la imposibilidad de hacer la denuncia porque le cortan la carrera a él. Nos ha pasado con mujeres de todo el país, y en los lugares chicos especialmente, que las mujeres quieren denunciar pero no tienen dónde: las mujeres de los miembros de fuerzas de seguridad son las que más solas se sienten cuando llega el momento de denunciar.
Otra de las cosas a las que se refieren es el caso Wanda Taddei como emblemático, por la impunidad y porque muchas denuncias reiteraban la amenaza de los varones que decían: “Te va a pasar lo mismo que a Wanda”. ¿Hasta qué punto la difusión de estos casos ayuda o tiene finalmente un efecto negativo porque produce ese efecto imitativo del que se habla en los suicidios?

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