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La Mañana

“En educación, los cambios son lentos”

La especialista y directora de la revista “El Monitor”, Inés Dussel, repasó algunas de las características del esquema educativo. "No adhiero a las visiones negativas de la educación" expresó.

Por MARIO FIGUEROA

La investigadora habló del empobrecimiento de la enseñanza y la desigualdad, entre otros temas.
 
Neuquén >
La especialista en temas pedagógicos y directora del programa “Educar la mirada” de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Inés Dussel, señaló que la escuela primaria y la secundaria “tienen distintos problemas, aunque el nombre de esos problemas sea similar: la desigualdad y la segmentación educativas, y el empobrecimiento de la enseñanza”.  Dussel es directora de la revista “El Monitor” y autora de libros como “De Sarmiento a los Simpsons, cinco conceptos para pensar la educación”, “Mas allá de las crisis” y “La invención del aula”

¿Qué análisis hace de la situación educativa argentina en la actualidad?
Me parece que hay algunos esfuerzos que pueden lograr algunos resultados. En los últimos años hay algunas jurisdicciones que han logrado mejorar la retención y la asistencia, con tutorías, con un seguimiento más cercano de los alumnos, con estrategias complementarias, con otro trabajo con los profesores. Los Planes de Mejora son una propuesta a la que hay que darle una oportunidad, a ver qué producen. Los resultados no son mágicos, no van a ser inmediatos, pero si en dos o tres años empezamos a ver que las cosas cambian, podemos decidir si es una buena estrategia; no antes. Uno de los problemas que tenemos es que siempre hay mucho apuro, y mucho exitismo. Y en educación los cambios son lentos.  Las claves, me parece, están en más acompañamiento a alumnos y docentes, mejores estrategias docentes, más recursos. La Asignación Universal por Hijo, que establece la obligatoriedad de asistencia, y las becas económicas, por supuesto, son claves para mantener a los chicos en la escuela.
 
En la relación entre escuela y nuevas tecnologías, ¿percibe interés en la comunidad educativa, en docentes, alumnos y padres?
Creo que sí, que es un tema a esta altura ineludible porque está muy instalado en la sociedad. Me parece que en todos estos años, las computadoras personales ya están mucho más difundidas, Internet es más accesible (aunque sigue habiendo muchos problemas en el acceso, sin duda), y me parece que ya está mucho más consensuado que hay que ocuparse del tema. Lo que creo que hay que profundizar es cómo ocuparse: si es un “recurso” para hacer lo mismo que venía haciéndose, o si podemos pensar que las nuevas tecnologías cambian las formas de producción y circulación del saber, que implica un replanteamiento más profundo. Me parece que ahí todavía falta bastante trabajo y discusión para proponer acciones y estrategias más interesantes de uso de las nuevas tecnologías.
 
¿Cómo definir lo que sucede en el sistema educativo argentino? ¿Es igual en nivel primario y en nivel secundario?
La palabra crisis ya no dice mucho… Por un lado, porque no es lo mismo la situación actual que el 2001, 2002 ó 2003: definitivamente estamos mejor, más estables, con más distribución de recursos, con otras expectativas en el horizonte. No adhiero a esas visiones totalmente negativas del sistema educativo argentino. Y no adhiero por dos motivos: porque creo que hay muchas experiencias interesantes en estos últimos años  y por otro lado porque creo que la escuela, sobre todo la escuela pública, es una institución social muy importante que hay que fortalecer y no desarmar con discursos catastróficos. Tengo motivos tanto teórico-conceptuales (no acuerdo con los diagnósticos totalizantes, me parece que niegan la complejidad de lo social) como políticos. En relación a la escuela primaria y la secundaria, creo que tienen distintos problemas, aunque el “nombre” de esos problemas sea similar: la desigualdad y la segmentación educativas, y el empobrecimiento de la enseñanza. El caso de la secundaria, que conozco más desde la investigación, plantea el límite de una enseñanza muy fragmentaria y salpicada, de un curriculum que sigue pensándose más en términos enciclopédicos, de cubrir una enorme cantidad de temas, que en términos de proveer experiencias más intensas de otra relación con el saber. La enseñanza muchas veces es muy pobre, se enseña poco, hay mucha preocupación con el control y la disciplina, últimamente reapareció la cuestión de la educación moral: “si no puedo enseñarles, al menos voy a lograr que sean buenas personas”. Entiendo por qué se dice esto, pero no me gusta, creo que tenemos que insistir en enseñarles, también con una ética clara, por supuesto.

¿Qué impacto tiene la formación docente en los alumnos? ¿Cree que es necesario reorientar la formación para intervenir en el escenario actual?
Es una discusión que tiene por lo menos cuarenta años en la investigación y en las políticas educativas. Hay estudios que muestran que el impacto de la formación inicial de los docentes es bastante baja, comparada con lo que después se aprende en la vida cotidiana de las escuelas, que termina siendo el gran “formateador” de las prácticas docentes. Pero yo creo que ese bajo impacto tiene que ver muchas veces con las características de la formación, que ha sido poco relevante, que tiene poca conexión con la vida real. Me parece que si la formación cambia, y de hecho hay intentos de diversa escala de cambiarla, hay esperanzas de que tenga más impacto.
 
¿Por qué cree que los jóvenes siguen eligiendo la docencia como profesión?
Quizás los colegas de la Universidad Nacional del Comahue puedan contestar esto mejor que yo. En mi contacto, más esporádico que sostenido en el tiempo, pero bastante extendido a lo largo del país, veo que los institutos de formación docente y las carreras docentes en las universidades son espacios valorados por los estudiantes como lugar de contacto con otros mundos, y como lugar donde concretar algo de un compromiso militante. También, hay una preocupación laboral muy concreta, que es la posibilidad de tener un puesto de trabajo con condiciones relativamente estables si es que uno logra acceder a esos buenos lugares. Pero si consideramos que el sueldo docente no es muy bueno, y que en muchos lugares sobran docentes y no faltan, creo que la motivación económica no es la más importante. Aunque también hay que pensarlo desde los sectores sociales que hoy están accediendo a la docencia, mucho más amplios que antes: para muchos chicos de clase media baja, la docencia es una opción infinitamente mejor que los puestos precarizados en McDonald’s o en la estación de servicio. Los motivos que uno tiene al elegir una carrera son importantes, pero también importa mucho qué se produce a partir de esos motivos durante el cursado de la carrera. Si la carrera docente es un espacio vivo, rico, estimulante en lecturas, en problemas, en debates, en prácticas desafiantes, me parece que lo que va a primar en el ejercicio profesional va a ser eso. Si la carrera es chata, pobre en contenidos, rígida y preocupada por los requisitos formales, es muy probable que se vaya consolidando una relación burocrática con el trabajo.

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